Se trata,
sin duda, de una de las grandes novelas, no sólo de la literatura
norteamericana actual, sino de la literatura universal contemporánea. Franzen
bebe de las grandes novelas realistas del XIX para trazar el retrato de una
familia media estadounidense a lo largo del último tercio del siglo XX.
Ubicada, principalmente en el estado de Minnesotta, la historia recorre, a
través de diferentes focalizaciones, la vida de Patty y Walter Berglund, el
triángulo amoroso que establece con el mejor amigo de la juventud de Walter, el
músico bohemio Richard Katz, así como la prolongación de sus caracteres en sus
propios hijos, Jessie, y, sobre todo, el neoconservador Joey.
Uno de los
aspectos más interesantes en el tratamiento de la novela es el cambio en las
focalizaciones que hemos señalado. Los cambios en la voz narrativa, dispuestos
en los diferentes capítulos en los que se estructura el libro, nos permiten acceder
a la mentalidad de los personajes, conocer sus motivaciones e impulsos, sus
frustraciones, los sucesos pasados que han ido conformando su personalidad. Por
si este prisma narrativo no fuese suficiente, Jonatan Franzen opta también por
variar los registros en que se recoge la focalización de esos personajes. Así,
por ejemplo, a Patty Berglund la conocemos, principalmente, a través de una
suerte de autobiografía escrita para sí misma como ejercicio terapéutico de
corte psicológico, que da buena muestra del carácter depresivo que sufre la
protagonista. O, en el caso de Richard Katz, su tendencia a la autodestrucción
en cuanto cree atisbar algún punto de felicidad o complacencia en su vida, muy
marcado en el caso de los encuentros sexuales con las mujeres. El tercer
protagonista en cuestión, Walter Berglund, es un abogado idealista defensor de
la ecología y la sostenibilidad, profundamente irritado por la pasividad humana
ante la destrucción del planeta, pero cuyo carácter indolente y complaciente le
hace trabajar para un magnate del carbón que se aprovecha de su candidez.
El tema
principal, omnipresente durante toda la trama, es esa Libertad a la que alude
el título. Lejos de divagar acerca del concepto, Franzen se esfuerza por
mostrarnos las contradicciones en las que el ser humano incurre cuando chocan
virulentamente las convenciones sociales, nuestros formalismos, y el impulso (i)racional
por esa libertad. Los personajes están constreñidos por las obligaciones, los
problemas de los que nos rodean. Cada uno de ellos está privado de la libertad
de un modo u otro. Patty, toda vez que se casa con Walter y cría a sus hijos,
pierde su referente en la vida, lo que la sume en un estado de depresión que
acaba resolviéndose en la traición hacia Walter. Éste, acostumbrado a un
ambiente hostil, de padre alcohólico y hermanos gandules, siempre ha trabajado
sin apenas quejarse, y, por tanto, nunca ha aprendido a ser feliz. Cuando le
llega la oportunidad, mediante su hermosa ayudante Lalitha, se niega a esa
posibilidad simplemente porque no sabe ser feliz. También es flagrante el caso
de Katz, cuyo bien más preciado en el mundo es su amistad con Walter y Patty, y
que se empeña en romper, como un inevitable fatum.
O el representante del conflicto generacional, un inteligente Joey que en
edípico contraste con sus padres, se posiciona a favor de la guerra de Irak y
las oportunidades de negocio estadounidenses, pero que al final acaba cediendo
esa ambición, que es su verdadera naturaleza y libertad, por no saber romper
con su novia de toda la vida.
Se aprecia,
así mismo, un conflicto latente entre la civilziación y la naturaleza, presente
sobre todo en ese Lago Sin Nombre con el que termina la novela, y que
constituye una suerte de no lugar, un
espacio en el que se es verdaderamente libre -no en vano, es donde Patty y
Richard consuman su relación, una relación que había quedado en suspenso desde
los años universitarios de ambos- y esa verdadera libertad es la base de la
felicidad real.
El tono
narrativo, un estilo muy cuidado (con una prosa que fluye de manera muy
natural), y la construcción de los personajes (que son absolutamente redondos,
vivos, modernos) son los grandes aportes de esta gran novela americana.