La semana
pasada me di una vuelta por Action Comics (c/ Vinader, Murcia) a echar un
vistazo al material que tenían, y quedé gratamente sorprendido pues la tienda,
pese a no ser muy grande, tiene un poco de todo: comics americanos de las
grandes editoriales (Marvel y D.C.), novela gráfica europea, manga, juegos de
mesa, figuras,… Todo bien ordenado, y con un par de cajas de números atrasados
y colecciones completas de segunda mano que siempre se agradecen. Entre los varios
ejemplares que compré, como pequeña delicatessen
que suelo incluir como capricho, esta vez le tocó a Kingsman: The Secret Service, influido (supongo) por su reciente
estreno en el cine.
La novela
gráfica, publicada por Panini Comics, es obra de Mark Millar, Dave Gibbons y
Matthew Vaughn; y nos cuenta la historia de Gary “Eggsy”, un joven marginal de
los suburbios londinenses que acaba convirtiéndose en espía de la mano de su
tío, Jack London. Se trata de una parodia de ese género tan británico de la
novela de espías, encarnada por James Bond, pero al que Millar mezcla con el
ambiente marginal y degradado de los barrios decadentes londinenses, donde
conviven los hooligans más violentos
y sostenidos por el subsidio social. Tal y como señala Gonzalo Quesada en el
prólogo: “A Millar le parecía buena idea hacer que se mezclaran personajes de
extractos sociales tan diferentes como los personajes de James Bond y los de
Trainspotting”.
Toda la
historia se sostiene por los guiños de Millar a iconos de la cultura pop (por
las páginas del cómic aparecen Mark Hammill, Ridley Scott o David Beckham,
entre otros); su habitual humor negro (el rescate de Mark Hammill con el que se
inicia el relato es buenísimo); y por el trazo bien perfilado de Dave Gibbons.
Sin embargo,
en la historia hay algunos momentos en los que decae el nivel, como por ejemplo
la velocidad con la que se narra el entrenamiento de Gary, que en teoría dura
tres años, o los tópicos que aparecen a lo largo de toda la narración. A pesar
de ello, su lectura es entretenida y bastante recomendable para quienes no sean
muy sensibles a la ultraviolencia que practica Mark Millar en sus cómics (Kickass, Wanted), todo un Tarantino de la novela gráfica.