miércoles, 23 de abril de 2014

Wilt



Henry Wilt es un aburrido profesor de Formación Profesional en una ciudad inglesa. Carece de ambición e iniciativa y sus alumnos eluden cualquier tipo de enseñanza por su parte, motivos por los cuales no llega nunca a consolidar su plaza de profesor en el Centro de Formación, y es reprochado por su mujer, Eva, llena de carácter y fuerza y que se mueve impulsivamente. Cada tarde, mientras pasea a su perra, Wilt fantasea con la posibilidad de asesinar a su mujer. Por su parte, Eva conoce en un curso de XXXX a Sally Pringsheim, una americana que encandila a Eva con sus teorías sobre la liberación sexual femenina.

Los Wilt asisten a una fiesta en casa de los Pringsheim llena de seudointelectuales, y en la que Henry es acosado por Sally. Al negarse a tener relaciones con ella, ésta le golpea dejándolo inconsciente, lo desnuda, y le acopla una muñeca hinchable, Judy. Cuando Henry vuelve en sí, intenta liberarse de la muñeca, golpeándose en la cabeza y llamando la atención de todos los invitados, quienes lo descubren. Avergonzado y ebrio se marcha de la fiesta, y Eva se queda, consolada por Sally y Gaskell.

Wilt decide llevar a cabo su plan de asesinato con la muñeca hinchable: la viste como su mujer y la arroja al agujero de los cimientos del nuevo edificio del instituto. Al día siguiente, cuando los obreros están empleando el hormigón para el pilar, creen vislumbrar el cadáver de una mujer, pero ya el cemento lo ha cubierto. Se inician las pesquisas policiales, y al final Wilt es acusado de haber asesinado a su mujer y a los Pringsheim, quienes en realidad han cogido prestado un yate y han embarrancado. Como la policía no encuentra a su mujer, y son incapaces de creer la verdadera historia de cómo llegó Judy hasta el agujero, Wilt estará retenido hasta que, al fin, Eva aparece medio desnuda en casa de un párroco dipsómano e informa de que su marido nada ha tenido que ver con su supuesto asesinato.

La novela de Tom Sharpe con la que inició una exitosa serie protagonizada por el anodino Wilt es realmente entretenida. El humor ácido se superpone una escena tras otra, creando confusiones en las que nada es lo que parece, y a las que nosotros, lectores que hemos visto cómo se ha ido desarrollando la trama, hemos asistido divertidos.

Tras esa impregnación humorística latente en casa episodio se esconde, como no podía ser de otra manera, una crítica a la sociedad inglesa, que es en realidad extensible a cualquier sociedad occidental.

De un lado, tenemos el que a mi juicio es el gran tema de la obra, la hipocresía. Ésta está patente en el comportamiento de prácticamente todos los personajes con el antihéroe Wilt: sus alumnos le golpean, sus compañeros le desprecian, su mujer le ningunea,… Estamos en la sociedad en la que el valor de una persona se mueve por la apariencia, no por el contenido verdadero. De ahí que, pese a estar detenido, Wilt se considere realmente libre. La sociedad ya lo ha juzgado y encontrado culpable, pese a que no hay cadáver ni móvil. Por otro lado, de una forma sarcástica Tom Sharpe afila sus dardos dirigidos a esos seudointelectuales cuya cháchara engañabobos no es más que una cáscara vacía y desprovista de sentido, encarnados en el matrimonio Pringsheim, personajes de una moda a punto de pasar. Del matrimonio americano, sin duda el mejor carácter es el de Sally Pringsheim, verdaderamente digna del psicoanálisis, cuya forma de hablar es producto de su teoría de la liberación sexual:

- Jódeme, nene Henry- dijo, y se alzó la falda-. Móntame, querido. Dale hasta gastármelo.
- Eso- dijo Wilt- iba a ser un poco difícil.
- Oh ¿Por qué?
- Bueno, por una parte sería imposible; y, en realidad, ¿por qué iba a hacerlo?
- ¿Quieres una razón? ¿Una razón para joder?
- Sí- dijo Wilt-. Sí que la quiero.
- Razón es traición. Siente libremente.
Tiró de él hacia sí y le besó. Wilt no se sentía en absoluto libre.
- No seas tímido, nene.
- ¿Tímido?- dijo Wilt, desplomándose de costado- ¿Tímido yo?
- Claro que lo eres. Está bien, ya sé que la tienes pequeña. Eva me lo dijo…


Tom Sharpe maneja perfectamente la transición de Wilt, insertándose en esa tradición que es tan británica como el propio esnobismo sobre el que se satiriza en la obra. Me estoy refiriendo al humor british, del que pueden servir como exponentes los Monty Python, pues ésta es sin duda una novela cuyas imágenes parecen sacadas del sexteto chiflado.


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