Henry Wilt
es un aburrido profesor de Formación Profesional en una ciudad inglesa. Carece
de ambición e iniciativa y sus alumnos eluden cualquier tipo de enseñanza por
su parte, motivos por los cuales no llega nunca a consolidar su plaza de
profesor en el Centro de Formación, y es reprochado por su mujer, Eva, llena de
carácter y fuerza y que se mueve impulsivamente. Cada tarde, mientras pasea a
su perra, Wilt fantasea con la posibilidad de asesinar a su mujer. Por su
parte, Eva conoce en un curso de XXXX a Sally Pringsheim, una americana que
encandila a Eva con sus teorías sobre la liberación sexual femenina.
Los Wilt
asisten a una fiesta en casa de los Pringsheim llena de seudointelectuales, y
en la que Henry es acosado por Sally. Al negarse a tener relaciones con ella,
ésta le golpea dejándolo inconsciente, lo desnuda, y le acopla una muñeca
hinchable, Judy. Cuando Henry vuelve
en sí, intenta liberarse de la muñeca, golpeándose en la cabeza y llamando la
atención de todos los invitados, quienes lo descubren. Avergonzado y ebrio se
marcha de la fiesta, y Eva se queda, consolada por Sally y Gaskell.
Wilt decide
llevar a cabo su plan de asesinato con la muñeca hinchable: la viste como su
mujer y la arroja al agujero de los cimientos del nuevo edificio del instituto.
Al día siguiente, cuando los obreros están empleando el hormigón para el pilar,
creen vislumbrar el cadáver de una mujer, pero ya el cemento lo ha cubierto. Se
inician las pesquisas policiales, y al final Wilt es acusado de haber asesinado
a su mujer y a los Pringsheim, quienes en realidad han cogido prestado un yate
y han embarrancado. Como la policía no encuentra a su mujer, y son incapaces de
creer la verdadera historia de cómo llegó Judy
hasta el agujero, Wilt estará retenido hasta que, al fin, Eva aparece medio
desnuda en casa de un párroco dipsómano e informa de que su marido nada ha
tenido que ver con su supuesto asesinato.
La novela de
Tom Sharpe con la que inició una exitosa serie protagonizada por el anodino
Wilt es realmente entretenida. El humor ácido se superpone una escena tras
otra, creando confusiones en las que nada es lo que parece, y a las que
nosotros, lectores que hemos visto cómo se ha ido desarrollando la trama, hemos
asistido divertidos.
Tras esa
impregnación humorística latente en casa episodio se esconde, como no podía ser
de otra manera, una crítica a la sociedad inglesa, que es en realidad
extensible a cualquier sociedad occidental.
De un lado,
tenemos el que a mi juicio es el gran tema de la obra, la hipocresía. Ésta está
patente en el comportamiento de prácticamente todos los personajes con el
antihéroe Wilt: sus alumnos le golpean, sus compañeros le desprecian, su mujer
le ningunea,… Estamos en la sociedad en la que el valor de una persona se mueve
por la apariencia, no por el contenido verdadero. De ahí que, pese a estar
detenido, Wilt se considere realmente libre. La sociedad ya lo ha juzgado y
encontrado culpable, pese a que no hay cadáver ni móvil. Por otro lado, de una
forma sarcástica Tom Sharpe afila sus dardos dirigidos a esos
seudointelectuales cuya cháchara engañabobos no es más que una cáscara vacía y
desprovista de sentido, encarnados en el matrimonio Pringsheim, personajes de
una moda a punto de pasar. Del matrimonio americano, sin duda el mejor carácter
es el de Sally Pringsheim, verdaderamente digna del psicoanálisis, cuya forma
de hablar es producto de su teoría de la liberación sexual:
- Jódeme, nene Henry- dijo, y se alzó la falda-. Móntame, querido. Dale hasta gastármelo.
- Eso- dijo Wilt- iba a ser un poco difícil.
- Oh ¿Por qué?
- Bueno, por una parte sería imposible; y, en realidad, ¿por qué iba a hacerlo?
- ¿Quieres una razón? ¿Una razón para joder?
- Sí- dijo Wilt-. Sí que la quiero.
- Razón es traición. Siente libremente.
Tiró de él hacia sí y le besó. Wilt no se sentía en absoluto libre.
- No seas tímido, nene.
- ¿Tímido?- dijo Wilt, desplomándose de costado- ¿Tímido yo?
- Claro que lo eres. Está bien, ya sé que la tienes pequeña. Eva me lo dijo…
Tom Sharpe
maneja perfectamente la transición de Wilt, insertándose en esa tradición que
es tan británica como el propio esnobismo sobre el que se satiriza en la obra.
Me estoy refiriendo al humor british,
del que pueden servir como exponentes los Monty Python, pues ésta es sin duda
una novela cuyas imágenes parecen sacadas del sexteto chiflado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario