Un genio ingobernable, que vivió
tan deprisa como los fraseos que era capaz de realizar con el saxo alto, si es
que no lo había empeñado para conseguir algunos dólares. Así era Charlie
Parker, el gran agitador del jazz de los años 40, que en este libro compilado
por Robert George Reisner aparece dibujado por los testimonios de aquellas
personas con las que se cruzó en su vida.
Apodado Yardbird (Pájaro), empezó su carrera siendo apenas un adolescente,
colándose en las jam sessions de los
clubes de Kansas City hasta que era descubierto y echado a patadas. Influenciado
por el estilo de Lester Prez Young, pronto
consigue ingresar en la orquesta de Jay McShann, con la que inicia las giras que
le darán a conocer al gran público. Posteriormente, se trasladará a Nueva York,
donde se asentará; aunque alternará su vida en la ciudad neoyorquina con
estancias en Los Ángeles o en Kansas City, además de alguna gira por Europa,
donde era venerado en Francia y Suecia, países de gran conocimiento del jazz.
Su ajetreada vida, la adicción desde muy joven a las dogas, y su genialidad, lo
llevarían a una depresión continuada y a varios intentos de suicidio. Sin
embargo, Parker se sobrepondría, motivado por el nacimiento de sus hijos, e
ingresaría en el hospital de Camarillo. Una vez recuperado, intentó llevar una
vida más ordenada, pero el ambiente de los clubes nocturnos (llegaron a ponerle
su nombre a un famoso club, el Birdland),
las interminables jam sessions, y la
muerte de algunos de sus hijos, lo empujaron de nuevo hacia los viejos malos
hábitos. Charlie Parker acabaría muriendo en la habitación del hotel de su
amiga la baronesa Pannonica de Koenigswarter, debido a una neumonía lobar.
Por el libro desfilan numerosos
personajes fundamentales de la historia de la música que compartieron escenario
e historias con Bird. Llama la atención que los numerosos testimonios del libro
difieren en muchos de los hechos, pero todos coinciden en el retrato de un
Parker genial y atormentado, lúdico y loco, egoísta y generoso… Contradictorio,
al fin y al cabo, una suerte de Quijote del jazz, innovando en el que dio en
llamarse estilo be-bop.
Su breve vida (murió a los 34
años) fue siempre sublimada por la música jazz, acompañada de la amistad de los
grandes músicos que este género ha dado. Así, destaca su amistad (a veces
transformada en riñas o envidias mal disimuladas) con los trompetistas Dizzy
Gillespie, primero, y luego el que acabaría siendo su sustituto, Miles Davis.
Otros músicos con los que el Pájaro tocó o grabó fueron: Max Roach (batería),
Tommy Potter (contrabajo), Lucky Thompson (saxo tenor), Walter Bishop (piano),
Tommy Turk (trombón), Erroll Garner (piano), Sara Vaughan (voz), Art Blakey
(piano) o Kenny Dorham (trompeta).
La historia de Charlie Parker es
también, de alguna manera, la historia de las minorías afroamericanas de los
años 40. Jóvenes de clases socialmente bajas que tenían en la música una vía de
escape y oportunidad de enriquecerse, pero, como le sucedió también al pobre
saxofonista, acabaron cayendo en el consumo desmesurado de alcohol y drogas.
Charlie Parker ha sido siempre un
icono de la música americana, que ha servido de inspiración a grandes artistas. Recordemos, por ejemplo,
el relato El perseguidor, de Julio
Cortázar, una especie de biografía literaria, o la película Bird, donde Forest Whitaker interpreta
al músico, dirigida por Paul Newman. Como señaló el propio Miles Davis, el gran referente del
jazz en los años 60: “Louis Armstrong y Charlie Parker, ésa es la historia del
jazz”.
Aquí dejo una selección de temas:
- Cherokee
- Ko ko
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