Un género que parece estar en
auge, el de la biografía bajo la forma de una novela gráfica. En los últimos
tiempos existen bastantes ejemplos de ello: Alfonso Zapico y su Dublinés, el Kafka de Robert Crumb, o
incluso una de las grandes obras de todos los tiempos, no sólo dentro del ámbito
de la novela gráfica, como es Maus,
de Art Spiegelman.
Esta obra de Box Brown nos narra,
por tanto, la vida de André Rousimoff, más conocido como André el Gigante,
luchador profesional de los años 70, 80 y 90. André llegó a medir 2,28 centímetros y
a pesar 272 kilos, debido a una rara enfermedad, la acromegalia, un desarrollo
desmesurado de todo su cuerpo, que le pronosticaba también una muerte
prematura, dado que ni sus órganos ni sus huesos podrían soportar tal velocidad
de crecimiento. Con estas condiciones, el joven André sale de la granja de sus
padres en Moulien, un pequeño pueblo de Francia, y acaba entrando en el mundo
de la lucha libre profesional, donde se convierte en toda una leyenda. El autor
va desgranando los entresijos de un negocio típicamente norteamericano, donde
el espectáculo prima por encima de todo interés, y donde André consigue alzarse
con el campeonato previamente amañado. A las vicisitudes del negocio en
diferentes lugares en los que está arraigado (Estados Unidos, Japón, Francia,…)
se le une una vida llena de incomodidades dado su tamaño, y sometido al
desprecio del mundo en general.
El principal punto de interés de
la obra se centra, a mi juicio, en contar cómo fue la vida del hombre más
fuerte y grande del mundo en aquel momento, y en la paradoja que se da con
algunas situaciones. Por ejemplo, el hecho de que no pudiese entrar al baño de
los aviones que tomaba. Realmente, André tuvo que sufrir una vida llena de
incomodidades que terminó con una terrible ironía final: el hombre más grande
del mundo estaba condenado a no poder levantarse de su silla.
Aunque la lectura del cómic es
entretenida y rápida, echo en falta la poca profundización sobre algunos de los
aspectos relevantes de la vida del personaje. Apenas se ofrecen algunas
pinceladas, si bien es cierto que el propio autor confiesa que ha ido reconstruyendo
los hechos a partir de vídeos, entrevistas, recortes de prensa y el testimonio
de quienes conocieron a André.
Por último, cabría destacar el
que es el mejor momento de toda la novela, aquel en el que se describe
detalladamente la pelea de André con Black Gordman y El Gran Goliat en Los Ángeles
de 1974, y donde se da cuenta del mundo de la lucha libre. La pelea, que podría
haber sido cualquier pelea, tiene un guión establecido en el que se juega con
los maniqueos sentimientos del público, hay un babyface o técnico, que es el luchador bueno, frente a un rudo o
villano, que utilizará toda clase de artimañas ilegales para ganar un combate
que, no obstante, caerá del lado del técnico, cuyo carácter épico terminará por
completar el espectáculo. Una vez pasado el tiempo de gloria, el técnico suele convertirse en rudo, para ceder el sillón a otro luchador, cosa que sucedió a André con Hulk Hogan, en el famoso combate del Pontiac Silverdome de 1987.
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