A principios
del verano de 1936, el joven doctor Pablo Uriel, recién terminada la carrera de
Medicina, es enviado a Rincón de Soto, un pequeño pueblo riojano donde
comenzará a ejercer como médico sustituyendo al doctor habitual. Sin embargo,
el estallido de la Guerra Civil pilla a Uriel desprevenido, y un grupo de
falangistas le ordenan presentarse en el cuartel de Zaragoza, donde, a causa de
sus ideas progresistas, es detenido. Allí pasará gran parte de su condena, sin
saber de qué se le acusa exactamente, y con la desconfianza hacia la justicia
militar que fusila a sus prisioneros sin razón justificada. Finalmente, Pablo Uriel
es liberado y regresa con su familia.
El dibujante
valenciano Sento aprovechó las memorias de su suegro para relatar en esta
novela gráfica el trágico suceso que aconteció en España en el siglo XX. A
través de los manuscritos y cartas que dejó redactados, Sento reconstruye el
contraste entre un joven médico de provincias que marcha a su primer destino
frente a una época de la historia española especialmente cruenta, que no
entendía de compasiones ni razones. Precisamente, el leitmotiv de toda la novela gráfica es que, en ningún momento,
vemos a Pablo pronunciarse abiertamente a favor de la ideología republicana,
más bien es un defensor de los valores individuales del hombre, un médico en el
sentido no sólo físico, sino también espiritual. Y, sin embargo, desde que es
encerrado, pende sobre él la posibilidad del paseo, de una muerte indigna, sin
acusación ninguna, la civilización que ha cedido el poder a los bárbaros.
Se trata de
una novela gráfica sencilla y honesta, con un trazo suave casi en blanco y
negro, con el color muy matizado, que aborda un tema recurrente en nuestra
literatura contemporánea como es el de la Guerra Civil. Creo que la mejor
cualidad que se le puede atribuir es precisamente, esa honestidad que nace de
la sencillez, que confiere al relato un gran valor emotivo, con esa escena
final en la que Pablo sale a mojarse bajo la lluvia.