martes, 27 de octubre de 2009
lunes, 19 de octubre de 2009
Noches y bares
Tampoco es que haya pensado mucho en ello,
simplemente me dejé llevar (para bien o para mal)
y acabé solo, llorando, porque
si es necesario
haré sangrar mis dedos
para poder tocar contigo.
Las horas de la tarde irán, poco a poco,
riéndose de nosotros, dejando paso a
las noches llenas de alcohol
y del humo azul de los cigarrillos,
encerrados en una habitación
transformada en el jardín de las delicias
donde poder compartir con los amigos
penas y alegrías que no se expresan con palabras;
no, más bien, quedan dichas en canciones,
en juegos, en besos, en leves sensaciones de fondo
que nos dejan (quizá) un rumor de inconsciencia.
Y amanecer, una vez más,
cerca de algo o de alguien vagamente familiar.
Quedarán los escombros de esas noches y días
en que la vida era una fiesta:
bailes, drogas, rostros, risas,
canciones, botellas vacías por el suelo,
y ceniceros repletos de pulmones…
Y después de la resaca sentimental,
acurrucada en el suelo, a un lado del colchón
ahí estará lo que no andabas buscando, pero encontraste.
Contigo es aplicable lo que decía Girondo
en su búsqueda del lado oscuro del corazón:
“Solo te pido una cosa: que sepas volar conmigo;
si no es así, estamos perdiendo el tiempo”.
Porque solo así es comprensible el amor:
celeste, etéreo, aéreo, volando…
Compréndeme.
lunes, 28 de septiembre de 2009
Se querían
lunes, 14 de septiembre de 2009
In memoriam
me esfuerzo
en recordar cada momento
de la última noche
que he pasado contigo.
La oscuridad nos fue envolviendo,
como una pesada manta de invierno
o una canción de Serrat que me vino a la memoria
mientras la ciudad, ebria,
iba poco a poco esfumándose con la música.
Nos tambaleamos hasta tu cama, negra,
Baja las persianas, que no sepan nuestros cuerpos
que ya se hizo de día.
Acurruquémonos, así, desnudos,
parece que nos hicieron a medida
para encajar el uno junto al otro.
Juguemos al cíclope, juntar los ojos,
Besarnos hasta sentir que perdemos el conocimiento
Rozar cada parte del cuerpo
Abrazar
Y luego,
Vuelta a empezar.
Así lo haré cada noche, te prometí,
como si todas las noches
se fundiesen en una única noche:
aquella noche
que me visita cada día
con nocturnidad y alevosía.
Entre el dolor y el olvido
elegí el dolor.
jueves, 27 de agosto de 2009
En ocasiones me vence la cobardía
Diremos que no lo hicimos porque, al cabo de cierto tiempo, nosotros mismos tendemos a engañarnos, a ver la realidad con otros ojos, a difuminar las fronteras del recuerdo. Porque así será más fácil seguir camino en solitario, ir viviendo de pequeñas e insuficientes dosis de placer, negando lo que una vez nos hizo sentirnos vivos, porque es precisamente el recuerdo de haber estado vivos lo que no cesa de visitarnos en noches como ésta, con una luna amarilla y asustada, cobarde, que sólo se asoma de noche, cuando la gente duerme, cuando el recuerdo de tus ojos cumple con su obligada visita a mi tristeza, cuando te escribo esto que nunca leerás, solo, asustado, cobarde.
viernes, 10 de julio de 2009
Hacerte mía
Hacerte mía sin que nadie lo sepa,
tenerte siempre en el refugio solar
para poder visitarte siempre que quiera,
especialmente en estas largas tardes de verano
que pasan sin que pase nada.
Poder escucharte, acariciarte,
corromperte incluso.
No tener que compartirte,
que explicarte,
que defraudarte;
mirarte mientras el humo verde
se
aunque
tú no lol
sepas, he
inventadov
tu nombre a
qqqqqqqqqqhacia el techo
Sonreír cómplice ante tus verdades
que son en realidad las mías,
porque ellas (tus verdades)
no fueron hechas para mí,
pero en verdad sí,
porque yo así lo decidí
en algún lejano momento
en que pensé
“será mía,
mía y de nadie más”
Y, ante todo,
mientras apuro los restos
de Johnny Carter liados en arroz
deleitarme porque esta vez no escribo sobre ELLA,
sino que se trata de una canción... de una que hice mía.
lunes, 15 de junio de 2009
Mujer que no tendré
Las ilusiones se desvanecen como el hielo de mi copa en una tarde de verano. Con sus piernas perfectas y su sonrisa dorada, que daba luz al mundo, mientras yo la observaba, con su pelo moreno recogido en una coleta (ahí me agarraste bien) coronado por unas gafas de sol a modo de diadema, sin abismos ni fisuras, los ojos entrecerrados por el sol, incluso un poquito de barriga, la imperfección precisa para no ser demasiado perfecta, pero, por eso mismo, para hacer perfecto el momento. Me sonríe, le sonrío, me acerco y le pregunto, sin esperanza alguna, cualquier tontería con la que pueda estudiar detenidamente la hilera perfecta de blancura que se ordena en su boca. Su boca (dios mío) una boca hecha para que vuelen los mortales, el tesoro más codiciado en este momento por mi obscena palabra, que revuelvo intentando encontrar algo ingenioso-divertido-agradable-original que decir, y ella, pobre estúpida, porque una belleza así solo se concibe si es un poco estúpida, pero no profundamente estúpida, hasta ahí podíamos llegar, uno también tiene orgullo, que responde de nuevo con una sonrisa, la sonrisa que actúa ahora mismo de centro gravitacional del eje terráqueo, como centro del universo, qué vértigo da mirar tan de cerca esa sonrisa y reprimir las ganas de morderla, se da la vuelta, sin dejar de sonreír, y se aleja con piernas tan largas como las noches oscuras, hacia el agua, mientras yo me quedo con una copa caliente, los pies llenos de arena, y esta fastidiosa sensación de lo mal que está hecho el mundo, que me tienta con una mujer que no tendré.
martes, 12 de mayo de 2009
El sitio de mi recreo
Hoy es uno de esos días que encajan perfectamente entre los que te marcan personalmente, que afortunadamente puedes compartir con toda la Clase 2, y que (quiero creer) también mucha gente ajena a nuestro pequeño microverso recordará para siempre. Porque Antonio, el ángel de Orión, se va, en un final que estaba escrito desde hacía mucho tiempo pero que ninguno admitiremos. Antonio se va, después de diez mil noches con Marga bailándole el agua, a cantar a un lugar perdido con Enrique, con Jim, con Kurt, con el otro Antonio, el gitano, con Elvis, con tantos otros, una eterna lucha de gigantes. Antonio, el chico triste y solitario que se dejaba llevar durmiendo en estaciones, condenado a trabajos forzados, vive ahora por siempre en la desordenada habitación. Esperando, como esperamos todos, a la chica de ayer.
jueves, 7 de mayo de 2009
Caperucita huérfana
Escrutó, una vez más, el horizonte que a esa hora comenzaba a iluminarse tímidamente. El reflejo de los rayos de sol sobre la nieve le irritaba los ojos, acostumbrados ya a la oscuridad de la madrugada. Ahuecó sus manos junto al helado rostro, en un intento por calentarse la punta de la nariz, y exhaló un último aliento de vaho. Mierda de frío, la cabeza pensando en el calor de la manta y la visión del fuego en la chimenea. El crujido de la madera le azuzó la conciencia. Apoyó la escopeta en el hombro, con el frío metal acariciando su mejilla izquierda, el ojo guiñado para concentrar la mirada, dónde estás puto bicho, como había hecho antes con tanta frecuencia. Frecuencia que, quizás, le engañó esta vez al no advertirle que el animal estaba a su espalda y no delante, con los colmillos húmedos de saliva y las patas traseras arqueadas para el salto, un salto que lo revolvió todo durante un minuto, una bola de pelo, nieve manchada de barro, un disparo que hace volar a los pájaros, sangre sobre la nieve, sangre que se mezcla caliente con la nieve, coloreando el día de rojo orfandad.
jueves, 30 de abril de 2009
Retales
con la vida de otros,
tomando prestadas sus palabras
haciéndolas mías, retorciéndolas,
cosiendo los trozos que fui encontrando,
retales de mi vida, fotos a contraluz
Así te gritaba en silencio
un nuevo nombre cada noche
con el que salvar de la Nada al reino de Fantasía;
que, aunque tú no lo sepas,
me he inventado tu nombre
que podías contar conmigo,
no hasta dos o hasta diez,
sino contar conmigo.
Que allí estuvimos encerrados
todo el verano sin salir,
cuando éramos reyes,
y qué poca prisa se daba el amor,
Que ya no persigo sueños rotos,
compañero del alma, compañero,
me he pintado de azul el corazón,
si preguntáis por mí me encontraréis aquí
sin importar los bares que frecuentemos
porque puede más la sed que el miedo al veneno.
Fragmentos de resistencia
que he acumulado en las retinas de la memoria
porque sé que, en ocasiones,
la vida se empeña en exigirnos cuentas
que no podemos pagar continuamente
lunes, 27 de abril de 2009
sábado, 28 de marzo de 2009
Eros et Thanatos
lunes, 9 de marzo de 2009
Alevosía
jueves, 5 de marzo de 2009
lunes, 2 de marzo de 2009
Cielito lindo (pero nublado)
no existen los metacorreos. antes si que se podían escribir verdaderas metacartas. cartas en las que se hablaba de cómo escribir una carta. eso desapareció con internet. en este correo podría hablar de las invariantes físicas de un cuerpo con respecto a su eje de rotación y cambiar de idea a mitad y ninguna huella quedaría si decidiera, después de haber escrito unas cuantas líneas, seleccionar y borrarlo todo y comenzar con otra cosa... no quedaría ni una sola huella y entonces eso me hace pensar en todas las cartas previas, todos los mensajes, los borrazores, los bocetos que hacemos antes de que una cosa sea definitiva... pero ahora no es así, este es un verdadero metacorreo escrito en tiempo real, durante una canción de unos siete minutos, que adjuntaré cuando acabe y no hay trampa, nada fue borrado, a menos que me equivocara... qué bueno volver a los orígenes, tachar las cosas, ah!
lo que me recuerda a tachar las cosas en las conversaciones también, mediante las palabras dichas y redichas, para arreglar o fastidiar las cosas.. ahí es donde te pones a prueba...
chau, pas
me fumé un fly o metatroncho, compréndeme
nos vemos pronto
disfruta de la vida
jueves, 26 de febrero de 2009
No lo hagáis (10 marzo-06)
No esperadme levantado por la noche, no me preparéis algo para cenar, si es que no comes nada, no saludadme, ni dadme los buenos días, ni preguntéis que tal va todo, qué estás haciendo este año, las oposiciones, aaahhh, no asintáis con la cabeza, no finjáis sorprenderos, no me pidáis tabaco, no digáis que nos tomamos una y nos vamos, no soñéis con ella o él, no os conectéis al puto messenger, no intentéis dejar de fumar, no fuméis, no discutáis sobre política, no opinéis sobre el amor, no disfrutéis con el mal ajeno, no hagáis dieta, no hagáis viajes, no dudéis, no estéis seguros de nada, no corráis, no cojáis el coche. No améis, no seáis amados, no sufráis, no os alegréis, no leáis esto. Por favor, no lo hagáis.
domingo, 22 de febrero de 2009
miércoles, 18 de febrero de 2009
Días que, de puro repetirse, me aburren
sacar la cabeza del agua para poder respirar
Resulta que hoy, mientras caminaba de vuelta a casa
- el sol por fin se había decidido a calentarme-
recordé una de aquellas tardes que pasábamos juntos
vagabundeando la ciudad, de un lado a otro
sin nada fijo que hacer o que decir,
lo que daba pie, sin duda, a hacer
o decir
TODO lo que quisiéramos.
Nos arrastrábamos por los bares y los parques
mezclando la ficción con la belleza,
creando proyectos que morían con la misma tarde.
Y, cuando regresabas a casa,
no quedaba en ningún momento
esa sensación dulzona de haber perdido el tiempo.
Porque era entonces, cuando le ganábamos al reloj de agua
Hoy, sin embargo, somos una masa en continuo movimiento:
llevamos apretadas agendas llenas de citas importantes,
anotamos en los teléfonos móviles aquellas circunstancias
que nuestra memoria o quimera,
es incapaz de recordar.
Nos hemos convertido en obligados.
Sólo somos capaces de realizar algo
si nos obligamos a ello:
ir al cine,
leer un buen libro,
tocar un rato la guitarra con los ojos
tomar una cerveza en silencio viendo las horas caerse, torpes
fotografiar la extraordinaria nada
pintar garabatos de niño pequeño
jugar a amarse como antes,
como nunca,
como antes
Pero no. Soñamos con ello, vivimos con ello
pensamos en ello, nos retamos a nosotros mismos:
“Venga, cabrón, no tienes huevos
a escribir algo decente otra vez, viejo.
Se te secará el cerebro antes que la polla”
Y, azuzados por nuestra digna conciencia,
nos limitamos a revisar en qué punto se torció todo.
Lo complicado cuando te ahogas no es la falta de aire,
sino saber en qué dirección has de sacar la cabeza.