domingo, 26 de abril de 2015

Criminal (integral vol. 2)


 
El segundo volumen de la serie Criminal, cuyo guion corre a cargo de Ed Brubaker y está dibujada por Sean Phillips, está compuesta por tres historias pertenecientes al género negro. Como contenido extra, se incluye al final del libro una historia corta, Noir siglo XXI. Además, el tomo contiene la galería de portadas, una suerte de tráiler de El último de los inocentes, y un conjunto de dibujos y bocetos de películas y series clásicas de estética noir que han servido de fuente de inspiración al autor de la serie.

Ed Brubaker utiliza algunos de los lugares comunes del género, como la mujer fatal, el solitario perdedor como protagonista, el ambiente sórdido o la moral del antihéroe en una sociedad inmoral. Sin embargo, tanto los argumentos como los diálogos permiten que la historia no nos desespere, e incluso llegue a sorprendernos. Éste es sin duda el punto fuerte de la novela gráfica. En cambio, el trazo elegido por Sean Phillips parece perderse a veces. Y eso que el género negro permite, dentro de una novela gráfica, un trazo menos definido, ya que predominan los colores oscuros. Sin embargo, tanto el entintado como el dibujo están lejos de la que, al menos de momento, sigue siendo la obra de referencia de este tipo de novelas gráficas, Sin City.

La primera de las historias es la titulada Mala noche. Se trata de un arco argumental desarrollado en cinco actos en los que el escritor Jacob Kurtz, en una de sus noches de insomnio, acaba en un bar de comidas nocturno, donde conocerá a Iris. Siguiendo la voz de su conciencia, que se manifiesta en el detective Frank Kafka cuyas aventuras escribe Jacob, irá introduciéndose cada vez más en una espiral de desenfreno y delito de donde cada vez le será más difícil salir para poder hacer lo correcto. Lo más interesante de esta primera historia es el personaje protagonista, Jacob Kurtz, cuyo carácter apocado y tímido esconde realmente una personalidad totalmente sorprendente. El juego de voces que mantiene con su creación, el detective Kafka, una especie de Elliot Ness que le sirve para parodiar los clichés del género, permiten construir un personaje redondo y llevarnos hacia un desenlace inesperado.

En Los pecadores, aparece Tracy Lawless, un ex soldado contratado como matón por el jefe del hampa, el señor Hyde. Pese a lo que pueda parecer dado su oficio, Tracy es una persona con una moral recta e incorruptible, que sólo asesina a aquellos cuyos actos merecen tal castigo. Una ola de ejecuciones llevadas a cabo en el barrio por una banda misteriosa, y los remordimientos de Tracy hacia su jefe y la familia de éste, serán el epicentro de la trama. El personaje principal, sin estar mal construido, resulta a mi juicio menos interesante que los otros; tal vez porque es un “bueno” que actúa con los “malos”, pero tiene siempre presente la intención de hacer el bien y lo correcto.

Por último, El último de los inocentes es una mezcla entre Beautiful girls y Crimen perfecto. Riley Richards regresa a su pueblo para pasar las últimas horas con su padre, enfermo terminal. Este regreso es también una vuelta a la vida que había dejado atrás: su amistad con Friqui Gordon, convertido ahora en un ex alcohólico; y la hermana de éste, Lizzie Gordon, de quien Riley está enamorado. Pero Richards esconde un par de secretos tras de sí: por un lado, sus deudas de juego con el señor Hyde, que se traducen en una necesidad acuciante de dinero que podría prestarle su millonario suegro si no lo odiase; por el otro, su matrimonio cada vez más roto con Felicity Doolitle, quien le engaña con el rival de Riley, Teddy. Además de las constantes referencias subliminales, resulta atractivo el juego que hace entre el estilo de la edad adulta, y el dibujo y diseño de la juventud de Riley, con un estilo que recuerda a Archie y sus amigos (no en vano, la historia es una vuelta de tuerca a las historietas de Archie).




Por último, cabe destacar la historia corta que se incluye como material adicional, al final del libro, Noir siglo XXI. Pese a que no tiene la extensión de las otras, resulta muy entretenida, pues de nuevo Brubaker nos sorprende sin dejar de utilizar los recursos noir: en este caso, la femme fatale.

lunes, 20 de abril de 2015

Nostalgia de Charlie Parker


Un genio ingobernable, que vivió tan deprisa como los fraseos que era capaz de realizar con el saxo alto, si es que no lo había empeñado para conseguir algunos dólares. Así era Charlie Parker, el gran agitador del jazz de los años 40, que en este libro compilado por Robert George Reisner aparece dibujado por los testimonios de aquellas personas con las que se cruzó en su vida.

Apodado Yardbird (Pájaro), empezó su carrera siendo apenas un adolescente, colándose en las jam sessions de los clubes de Kansas City hasta que era descubierto y echado a patadas. Influenciado por el estilo de Lester Prez Young, pronto consigue ingresar en la orquesta de Jay McShann, con la que inicia las giras que le darán a conocer al gran público. Posteriormente, se trasladará a Nueva York, donde se asentará; aunque alternará su vida en la ciudad neoyorquina con estancias en Los Ángeles o en Kansas City, además de alguna gira por Europa, donde era venerado en Francia y Suecia, países de gran conocimiento del jazz. Su ajetreada vida, la adicción desde muy joven a las dogas, y su genialidad, lo llevarían a una depresión continuada y a varios intentos de suicidio. Sin embargo, Parker se sobrepondría, motivado por el nacimiento de sus hijos, e ingresaría en el hospital de Camarillo. Una vez recuperado, intentó llevar una vida más ordenada, pero el ambiente de los clubes nocturnos (llegaron a ponerle su nombre a un famoso club, el Birdland), las interminables jam sessions, y la muerte de algunos de sus hijos, lo empujaron de nuevo hacia los viejos malos hábitos. Charlie Parker acabaría muriendo en la habitación del hotel de su amiga la baronesa Pannonica de Koenigswarter, debido a una neumonía lobar.

Por el libro desfilan numerosos personajes fundamentales de la historia de la música que compartieron escenario e historias con Bird. Llama la atención que los numerosos testimonios del libro difieren en muchos de los hechos, pero todos coinciden en el retrato de un Parker genial y atormentado, lúdico y loco, egoísta y generoso… Contradictorio, al fin y al cabo, una suerte de Quijote del jazz, innovando en el que dio en llamarse estilo be-bop.

Su breve vida (murió a los 34 años) fue siempre sublimada por la música jazz, acompañada de la amistad de los grandes músicos que este género ha dado. Así, destaca su amistad (a veces transformada en riñas o envidias mal disimuladas) con los trompetistas Dizzy Gillespie, primero, y luego el que acabaría siendo su sustituto, Miles Davis. Otros músicos con los que el Pájaro tocó o grabó fueron: Max Roach (batería), Tommy Potter (contrabajo), Lucky Thompson (saxo tenor), Walter Bishop (piano), Tommy Turk (trombón), Erroll Garner (piano), Sara Vaughan (voz), Art Blakey (piano) o Kenny Dorham (trompeta).

La historia de Charlie Parker es también, de alguna manera, la historia de las minorías afroamericanas de los años 40. Jóvenes de clases socialmente bajas que tenían en la música una vía de escape y oportunidad de enriquecerse, pero, como le sucedió también al pobre saxofonista, acabaron cayendo en el consumo desmesurado de alcohol y drogas.


Charlie Parker ha sido siempre un icono de la música americana, que ha servido de inspiración  a grandes artistas. Recordemos, por ejemplo, el relato El perseguidor, de Julio Cortázar, una especie de biografía literaria, o la película Bird, donde Forest Whitaker interpreta al músico, dirigida por Paul Newman. Como señaló el propio Miles Davis, el gran referente del jazz en los años 60: “Louis Armstrong y Charlie Parker, ésa es la historia del jazz”.

Aquí dejo una selección de temas: